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Pronación y supinación en la pisada (Parte 1)

Pronación que requiere rehabilitación deportiva
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En el artículo de hoy nos centraremos en comprender un poco más los entresijos de la pronación y cómo puede influir en nuestra pisada.

El pie, una compleja estructura

El pie, eslabón más distal de la extremidad inferior, sirve para conectar el organismo con el medio que lo rodea, es la base de sustentación del aparato locomotor y tiene la capacidad, gracias a su peculiar biomecánica, de convertirse en una estructura rígida (supinación) o flexible (pronación) en función de las necesidades para las que es requerido y las características del terreno en que se mueve.

Es importante saber que una parte de la musculatura de la pierna tendrá como función pronar (peroneos), mientras que otra se ocupa de la supinación (tibiales). Por lo que en muchas ocasiones el exceso o defecto de estos movimientos dependerá en gran medida de la musculatura.

Para entender el concepto de pronación, debemos entenderla como un movimiento articular presente en todos y cada uno de nosotros en cada paso.

En el pie existen 33 articulaciones con sus respectivos movimientos cuando pronamos.

Sin embargo, la principal responsable de la pronación del pie es la articulación subastragalina (calcáneo y astrágalo).

Cuando esta articulación prona, se produce aumento de las cargas bajo la cabeza del primer metatarsiano, disminuye el arco del pie y, por tanto, se produce tensión en la fascia plantar.

Debemos imaginar la marcha humana esquematizada en tres fases; contacto de talón, apoyo total y despegue digital.

De esta manera, será más sencillo comprender que sea en la segunda fase, en la que un pie actúa como único pilar del cuerpo mientras el otro se encuentra en el aire, cuando la pronación será nuestra mejor aliada.

Cada momento de la marcha requiere una cantidad de pronación o supinación.

Por lo tanto…¿eres pronador? ¡Enhorabuena, todos lo somos! Ahora bien…¿En qué momento de la marcha lo haces? ¿En qué cantidad? ¿Eres capaz de dejar de pronar para aprovechar también los beneficios de la supinación? ¡Para saberlo no dudes en realizarte un estudio de la pisada!

Pronación de la pisada

La pronación, ¿aliada o enemiga?

Pronación como aliada

Para entender la necesidad de la pronación es importante tener en cuenta, que no hace tanto tiempo que nuestros antepasados caminaban a cuatro patas.

Al ponernos de pie, las cargas se multiplican para los miembros inferiores. Por tanto, es injusto el papel de enemigo que se le atribuye a la pronación, ya que sin ella estaríamos perdidos.

En el momento de máximo apoyo, las fuerzas que recibe el pie se encuentran en picos máximos de presión.

Por ello, es necesario un mecanismo de amortiguación como es la pronación, para disipar las cargas y reducir así el impacto sobre las articulaciones superiores del miembro inferior.

Los pequeños movimientos que realizan las 33 articulaciones en cada paso, son los que permiten asumir al pie la gran carga que soporta.

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Cuando corremos, en el pie de apoyo, podemos llegar a soportar hasta 4 veces nuestro peso. Si elimináramos la pronación en la pisada, estaríamos aumentando significativamente la carga en otras estructuras como la rodilla, que no disponen de estructura de amortiguación.

Como hemos dicho, debido al descenso del arco durante la pronación, la fascia se tensa, lo que permite absorber las cargas en forma de energía elástica.

Esta energía será empleada para reducir el trabajo de la musculatura en el despegue del suelo, siempre y cuando el pie sea capaz de dejar de pronar.

Pronación como enemiga

Después de hablar de los beneficios de la pronación, toca también mirar la parte negativa. Como se suele decir, lo poco gusta y lo mucho cansa.

Cuando tenemos un exceso de pronación, el pie no es capaz de dejar de actuar como un amortiguador.

Esto provoca que no pueda aprovechar su característica de palanca rígida (supinador) a la hora de el despegue digital.

La hiperpronación impide que se produzca el «Mecanismo de Windlass» (del que hablaremos en profundidad más adelante).

Este mecanismo es imprescindible para el correcto despegue por la articulación del 1er dedo, que es la que está preparada para ello.

Cuando encontramos un exceso de pronación en el momento de levantar el pie del suelo, las cargas sobre el primer metatarsiano hacen imposible este mecanismo, obligando al pie a despegar por los metatarsianos centrales o incluso externos, que no están diseñados para ello.

Cuando existe un exceso de pronación en nuestra pisada, las presiones plantares se ven alteradas.

Además, una parte de la musculatura sufre por distensión (tibiales) y la otra por contracción (peroneos) siendo un factor predisponente de lesiones musculares, tendinosas, fracturas, y demás patologías inflamatorias derivadas de estrés en los tejidos que acabarán produciendo dolor crónico si no se previene mediante un estudio de la marcha.

Dolor en la pisada relacionada con pronación y supinación

 

¿Soy hiperpronador?

Para saber si existe un exceso de pronación en tu pisada, debes fijarte en algunas de las señales de alarma que nos da nuestro cuerpo o el calzado que empleamos:

  • Si el calzado se desgasta por dentro en la zona del talón, siempre es patológico, ya que el primer contacto de talón debería ser neutro o ligeramente hacia fuera, ¡Nunca por dentro!
  • Si te sale hiperqueratosis (callos) en los metatarsianos centrales, externos o en el primer dedo, ¡ALARMA!. Tienes que saber que los callos no salen porque sí, son la consecuencia a una hiperpresión.
  • Si cuando andas o corres notas que se te carga una parte de la musculatura, y tu cuerpo te pide estirarla después de la actividad.
  • Si has tenido lesiones recurrentes como esguinces o fascitis. Estas lesiones pueden aparecer por un mal gesto; sin embargo, cuando aparecen de forma tan recurrente no es casualidad, ¡El origen suele estar en la manera de pisar!

 

En AD Fisioterapia Valencia, nuestros profesionales podrán ayudarte a detectar un exceso de pronación en la pisada. Contacta con nosotros para realizarte un estudio de la pisada y mejorar tu calidad de vida.

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